martes, 30 de junio de 2009

Fantasmas bronceados

23/06/2009 (07:30)

El verano tiene algo que te hace recordar lo que sucedía un año atrás. Su color, su sol, sus días, el calor…Todo te hace creer que es el mismo verano. Es una sensación angustiosa la de sentir que todo se repite. Es paradójico que lo único que se saca en claro de que el tiempo parece no haber pasado es precisamente eso: que el tiempo pasa. Volando de hecho. Y e ahí la angustia de que el tiempo corre y tú crees que todo sigue igual. Hay otra cosa que tiene el verano que provoca dicha sensación de paso y no paso del tiempo: su sonido. El verano tiene sonido propio, un sonido formado por un conglomerado de ruidos. El ruido del ventilador, el pitido de los aires acondicionados, el taladro de las depuradoras, el golpeteo rítmico de los aspersores, la vibración del calor. El verano suena con un zumbido perenne, incansable y enloquecedor, como el que producen los mosquitos en mitad de la noche. Y el mejor momento para escuchar el verano es la madrugada. A las seis de la mañana, cuando el cielo está pintado de un color extraído del verano anterior, un color que sólo existe en esta época del año. En ese momento en que el agua de las piscina espera, aún fría y quieta. Es entonces cuando el verano suena más, como si quisiese despertarte.
En las madrugadas de verano, si estás solo, puedes sentir los fantasmas del verano pasado deambular frente a ti. Los puedes notar flotando en el aire, hasta el punto de preguntarte si no serán ellos acaso los que de verdad provocan el sonido del verano. Hasta el punto de preguntarte si no serás tú, acaso, otro fantasma superviviente del año pasado. Una madrugada de verano es un buen momento para volverse loco y escribir cosas como esta.
Cuando el sol se eleva en el cielo y el día empieza, todo parece volver a la normalidad. El día y la actividad te hacen creer que el tiempo pasa en su marcha imparable sin flaquear un instante y sin ningún tipo de vueltas al pasado. Pero si lo contemplas todo con profundidad, verás que cada sitio, cada ruido, cada situación, cada sensación, en fin, parece decir: "Estoy igual que el año pasado. Soy del año pasado".
Pero no los escuches mucho, pues recorrer en el presente un verano pasado es manejarse en un terreno resbaladizo. Y es un error dejar que esta nueva época del año esté dominada por los fantasmas del pasado. Es necesario huir hacia lo nuevo, lo nunca visto, pues de lo contrario corremos el peligro de acabar en el otoño pasado.

3 comentarios:

Juanjo Ramírez dijo...

No te imaginas hasta qué punto me siento identificado con esto que has escrito!

Álvaro AM dijo...

Pues es un alivio saber que algunas cosas que ocurren en tus sentidos, como esta, le pasan a mas gente. Asi se que no me estoy volviendo loco. O, por lo menos que hay mas locos aparte de mi.

Muuuchas gracias por el coment.

bienhecho dijo...

Yo también estoy de acuerdo xD los veranos acaban siendo iguales todos :/