lunes, 29 de diciembre de 2008

Uno que se va

Al leer el título de la entrada, muchos pueden pensar que voy a abandonar el blog o algo de eso, pero nada más lejos de la realidad... a ese "uno" al que me refiero es al año 2008, el cual lleva muriéndose poco a poco desde el 1 de enero, ya que, al igual que lo que nos pasa a todo ser vivo, cada día que pasa sobre él es un día menos que le queda de vida, y ahora mismo, el 2008 está pasando sus últimos días de vida para dar paso a su sucesor, el 2009, el cual se presenta siendo brutalmente observado por la crisis, pues yo creo que casi toda la población espera que la crisis aumente en este año que empieza.

Cuanto más viejo se hace uno, más rápido se le pasan los años, y es que el 2008 se me ha pasado volando. Recuerdo perfectamente, como si fuese ayer, la anterior nochevieja, o los anteriores reyes, fechas que vamos a vivir en cero coma.

Ahora toca pensar si el 2008 ha cumplido todas nuestras expectativas, y si no ha sido así, pensar porqué no ha sido así. También toca pedirle cositas al 2009, así que ya sabéis.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Termina el 2008 (I) Navidad y muerte.

Navidad y muerte.

Cada vez me gustan menos las navidades. Antes sí me gustaban. Cuando ponían las luces, el árbol, los villancicos, el frío, los anuncios etc, mi mente se daba cuenta de que era navidad, que no era una época del año cualquiera, y entonces la disfrutaba. Pero desde el año pasado no. La cosa ha cambiado, veo las luces, el árbol, el belén, y su significado no pasa del de meros adornos. Ni me doy cuenta de que es navidad. Puede que de hecho la navidad ya apenas exista para mí, que sólo sea un conjunto de tradiciones que llevar a cabo, pero que ya no me producen ningún cosquilleo por dentro como cuando era niño. Supongo que es eso, me estoy haciendo mayor.
Antes ha llamado mi tío, que siempre se viene en nochebuena a cenar a casa, y me ha dicho que mañana traerá un kilo de langostinos. Le he preguntado que cómo es que va a venir mañana a casa a lo que me ha respondido que mañana es nochebuena. Me he sorprendido de no haber relacionado al instante la navideña visita de mi tío con la llamada, como habría pasado hace cinco años.
Otra cosa por la que nunca me han gustado las navidades es que son el fin de año. Disfruto tomando las uvas y me lo paso bien, pero en el fondo no me gustan. No me gustan porque simbolizan el paso del tiempo; un año que se va, que de hecho se ha ido con ese último DONG!!, y ya no podrás hacer nada dentro de él, despídete y siente el resentimiento de no poder hacer de ese año que pasa nada más, de no poder mejorarlo; despídete de las oportunidades que se te presentaron con él.
Odio (y lo odio en voz baja pero muy, muy fuerte) el paso del tiempo. Para mí es como un monstruo que lo come todo y absolutamente indestructible. Un monstruo que significa el cambio de todo, de lo que te gusta y de lo que no. Significa la muerte: murió tu infancia, Álvaro; morirá, antes de que te des cuenta, tu juventud; tu madurez se truncará en vejez y ésta te deslizará como un trineo sobre la nieve hacia la propia muerte. Eso es lo que pasa por mi cabeza cuando pienso en el paso del tiempo: mucha nostalgia y muerte. Pienso en el monstruo y me fascina su capacidad para mostrarte que no eres nada en el cosmos y, lo más seguro, nada en la humanidad. Tú te irás con tu muerte y la de los que te rodearon en vida (pues seguir en el recuerdo de las personas que vivieron contigo es, de algún modo, seguir existiendo).
Ya que no se puede vivir eternamente ni dejar recuerdos de ti en generaciones futuras, la única forma que veo de eludir el efecto del monstruo sobre ti (o sea, de acercarse a la inmortalidad) es teniendo una vida o creando cosas tan extraordinarias que dejen una huella de tu paso por el mundo, por la vida, en la humanidad. Un ejemplo muy claro: Jesucristo murió en la cruz, pero en realidad sigue vivo en el corazón de los fieles gracias a su extraordinario paso por el mundo. Otro ejemplo: Aristóteles murió hace 2500 años (o por ahí), sin embargo sus obras, su pensamiento, su sentido del mundo siguen entre nosotros. La huella de Aristóteles le permite seguir, de alguna manera, vivo, y sólo cuando sus obras dejen de leerse, cuando no aparezca en ningún libro de cualquier disciplina (pues Aristóteles está en todos lados, no sólo en filosofía), y nuestra cultura se libre de sus ideas, entonces es cuando de verdad estará muerto. Lo mismo pasa con Jesucristo: sólo morirá cuando desaparezca de nuestra historia.
Entrar en la historia es la única manera de arrimarse a la talanquera y ver cómo el monstruo pasa sin arrollarte. Claro que una vez en la talanquera tampoco podrás salir de ella.
Pero para el común de los mortales, entre los que me cuento, entrar en la historia es algo impensable. Por eso hay una parte de mí que no entiende que celebremos el paso del monstruo por nuestras vidas con tanta alegría y algazara, tomando doce uvas.

Ah de la vida!"... «Nadie me responde?
Aquí de los antaños que he vivido!
La Fortuna mis tiempos ha mordido;
las horas mi locura las esconde.

Que sin poder saber cómo ni adónde
la salud y la edad se hayan huido!
Falta la vida, asiste lo vivido,
y no hay calamidad que no me ronde.

Ayer se fue; mañana no ha llegado;
hoy se está yendo sin parar un punto:
soy un fue, y un será, y un es cansado.

En el hoy y mañana y ayer, junto
pañales y mortaja, y he quedado
presentes sucesiones de difunto.


(Francisco de Quevedo)


Nota: cuando empecé a escribir esta entrda era día 23 de Diciembre.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Dulce introducción al caos.

Hoy he tenido el primer examen de la carrera. Era de lengua, una mierdecilla de examen digno de Paloma o Enedina (mis antiguas profesoras de lengua del instituto). Está aprobado seguro, y eso que casi no estudié. La verdad es que hacía muchísimo tiempo que no estaba tan vago como lo estoy ahora. Bueno, puede que el año pasado también estuviese igual de vago, pero me costaba mucho menos estudiar haciendo ejercicios que pasando apuntes. Para mí, hacer ejercicios de Biología, Física, Química o Mates, lejos de ser desagradable, se me presentaba como algo semejante a hacer sudokus. Las rachas que pasaba sin hacerlos era porque, por muy parecidos a los sudokus que fuesen, resultaba más tentador tumbarse a la bartola. Sin embargo ahora no hay ejercicios por ningún lado. Sólo hay redacciones, trabajos en grupo y apuntes que pasar en limpio. Mucho buscar información, mucho leer y subrayar, mucho descifrar marañas de letras intentando averiguar qué fue lo que de verdad dijo la profesora cuando yo copié lo que copiase. Eso me desalienta no sabes cómo. Aunque es lo que he elegido y lo quiero es pasarme el resto de la vida redactando cosas e informándome (aunque dicho así no suena muy bien), no estoy acostumbrado y me cuesta.
A lo que venía todo esto es a que he pasado una semana algo estresaillo por el examen de hoy, un trabajo en grupo del cual todavía no había empezado a hacer mi parte hasta el finde pasado, y el artículo de una conferencia a la que fui el lunes de la semana pasada que tuve que entregar ayer. Al final no empecé a estudiar para el examen hasta ayer por la noche. Por supuesto la horita de tren hasta llegar a la universidad fue excelente para estudiar algo más. Algo de bueno tenía que tener tanto tren.
El temario era sencillo, ya ves tú, un tercio del examen era ponerle las tildes a 11 oraciones y explicar por qué. Y del tema difícil, te daba 6 opciones de las cuales tenías que elegir sólo dos. Pero bueno, que iba a ser fácil ya lo sabía yo de antes, por eso me repateaba pensar que podía tirar a la basura una oportunidad tan buena de sacar buena nota. Afortunadamente no ha sido así y creo que con lo que estudié anoche y en el tren me va a dar para un 7 u 8 (y con bastante suerte un 9). Ojalá fuesen así todos los exámenes de la carrera.
Pero va a ser que no. Sólo de pensar cómo van a ser los exámenes de Febrero del resto de asignaturas se me hiela la sangre. Porque claro, tú vas a clase, tomas apuntes, escuchas al profesor y piensas que lo entiendes. Pero después estás en tu casa tan tranquilo, te pones a pensar todo el temario que has dado hasta el momento, y piensas ¿no será más fácil consumiendo cianuro?. Vale, más temario había en los exámenes trimestrales de Historia de 2º de Bachiller, pero ahí por lo menos era algo que ya te sonaba de 4º de la ESO, era una asignatura que llevabas dando toda tu vida. También estaban los exámenes trimestrales de Biología y Matemáticas, pero éstos estaban precedidos de otros correspondientes a cada tema (o más bien grupo de temas), y además estaban los ejercicios-sudokus, tan prácticos, tan fáciles de hacer pero con resultados más que satisfactorios en el aprendizaje de la materia...me era imposible suspender algo como Biología o Matemáticas.
Pero ¿para qué irme tan lejos?, si quiero sufrir no tengo más que pensar en las navidades que me esperan pasando a limpio montañas de apuntes. Son como los monstruos malos de las pelis: horrorosos, feos, arrugados, con letra ilegible, con manchones de tinta. Menudo caos.