martes, 21 de abril de 2009

Injusticia natural

Vaya, ¡¡que coincidencia que actualicemos los dos miembros el mismo dia!!

Ayer mientras comia veia los documentales de la 2 y no pude dejar de sorprenderme por lo cruel que puede llegar a ser la naturaleza. Llevo desde muy pequeñito viendo estos documentales (de hecho de pequeño los veia mas que ahora)y sé que los animales y plantas han desarrollado infinidad de artimañas con el fin de sobrevivir en su espacio. Muchas veces, como era el caso de los animales de ayer, lo hacen a costa de otros.
Ayer la cosa iba de insectos parasitarios. El documental era llevado por un señor de pelo blanco, me imagino que científico, que no duda en acercarse a los bichos y tocarlos, en una muestra de total cercanía con la naturaleza. El caso es que este señor me cae bastante bien, y cada vez que le veo iniciando un documental se que ese documental va a ser bueno.
Como decía el documental de ayer iba de insectos parasitarios, o bueno, mas que parasitarios, insectos que se aprovechaban de otros animales (en su mayoría eran otros insectos) para alimentarse, y, sobre todo, para alimentar a sus larvas. Y es que, tras ver las agudísimas y variadas formas en que las larvas se aseguraban el alimento, caes en la cuenta de que lo valioso no es tanto la vida del individuo sino la existencia o no de una descendencia. Máximo cuando te enteras de que muchos insectos son larvas durante gran parte de su vida, y, una vez logrado el estado adulto, prácticamente lo único que hacen es dejar sus huevos y morir.
Una araña (no se cual era su nombre) tenia una tela de araña. Y con ella podía cazar a sus presas y alimentarse. Todos los días la araña reconstruía su tela o hacia una nueva, tan perfecta y bonita como la anterior. Esta araña vivía bastante bien. Lo que no sabía la araña es que tenía pegada una larva a su costado. Pero la larva era muy pequeña, y la araña no podía verla y apenas la sentía, así que en ningún momento se preocupó. La araña seguía su vida normal, podía tejer y cazar. Sin embargo, no sabía muy bien por qué, cada vez tenía que comer más menudo para no sentir hambre. La razón era que la larva que estaba pegada a sus espaldas había hecho un orificio en su cuerpo y estaba alimentándose de los flujos de su interior. Y así la larva crecía y crecía sin necesidad de hacer ningún esfuerzo.
Un día normal y corriente, la araña, como cada mañana se disponía a tejer una tela. Apunto con el final de su abdomen en el sitio justo donde quería enganchar un extremo del hilo, pero, inesperadamente, su abdomen se lanzó en otro sentido. Volvió a intentarlo, y de nuevo su abdomen giró hacia donde ella no quería. Lo repitió unas cuantas veces con idénticos resultados. ¿Qué sucedía?, aquello que siempre hizo con tanta facilidad y maestría de pronto se volvía imposible, era incapaz de domar su abdomen.
El culpable de todo era la larva, por supuesto. Esta había inyectado una hormona en su cuerpo que estaba volviéndole loca. Los efectos de la hormona se extendían a lo largo de su sistema nervioso hasta que de pronto se quedó sin capacidad de movimiento. No sabemos si la araña muere en este momento o todavía está viva. Más le vale que no sea así. Es entonces cuando la larva despliega unos salientes a través de todo su cuerpo para sujetar a la araña en tan cruciales momentos. Una vez hecho esto empieza a beberse literalmente todos los tejidos y órganos internos de la que ha sido su proveedora durante toda su vida. Se puede observar fácilmente cómo el cuerpo de la araña se vacía hasta quedarse en una cáscara que caerá hasta el suelo.
Entonces la larva, a partir del hilo del que ha colgado toda la escena, aquel último hilo que la araña pudo hilvanar en su locura nerviosa, empieza a crear su propia estructura, tal vez el único verdadero esfuerzo que puede atribuírsele hasta el momento (y tal vez también hasta el momento de su muerte). Poco a poco, forma un capullo en el que se introduce para sufrir la metamorfosis.
Tras varios días de espera empieza a haber movimiento en el capullo. Todo parece que la metamorfosis ha acabado y por fin podremos saber la “identidad del asesino” (como decía el científico). ¿Qué será?, ¿una mariposa?, seria irónicamente doloroso que un acto tan vil como del que acabamos de ser testigos de cómo resultado algo tan bonito como una mariposa; ¿una polilla?, ¿una mosca? El asesino asoma la cabeza y sale del cobijo que lo ha guardado durante la metamorfosis y resulta ser una avispa.
Una avispa que en pocos días depositará a su cría la espalda de cualquier otra araña desprevenida y morirá.
Este ejemplo, como muchos otros del documental en el que insectos dejaban a sus larvas en nidos ajenos para que se comiesen las provisiones de las otras larvas y después a esas mismas larvas, consiguió que me diese verdadera pena la araña y todos los animales que sufrían sin saber cómo las necesidades abastecedoras de otros. Pero en la naturaleza no hay moral, ni piedad, ni se valoran los esfuerzos. Sólo hay resultados.
-Adem´´as-, me dije,-¿Por qué he de sentir lástima por los insectos cuando en el mundo de las personas suceden estas mismas cosas, pero a mayores escalas?-

Por cierto, la entrada anterior de mi compañero Bienhecho me ha recordado un video que esta colgado en un blog muy bueno de ciencia que se llama Biotay. Os recomiendo que lo veais porque mola un monton (muy en especial a Kurogame). Os dejo el enlace aqui.

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