martes, 27 de octubre de 2009

Microcuentos (II)

Aquí va el segundo microcuento que me mandaron realizar. En esa clase leímos el microrrelato de Kafka El buitre y la profesora nos pidió que intentasemos que nuestro cuento girase en torno a una situación intolerable.
El mío no va tanto de una situación intolerable como inaguantable, y tampoco es una situación, si no más bien, una cosa: la vida.

La culpa de todo

La luz del sol se filtraba por las rendijas de las persianas. Javier contemplaba los débiles rayos desde las alturas de una silla sobre la que se mantenía de pie. De una argolla que había atornillada en el techo caía una cuerda que se enrollaba a su cuello. Las hebras de la cuerda pinchaban. Pinchaban y dolían. Dolía el hecho de que fuese ésa la última sensación que la vida le había guardado. Javier siempre culpó a la vida y la vida (solía pensar) siempre hallaba en él un culpable de todo.
Debía abandonarlo todo. Debía abandonar ese trabajo que mataba su espíritu, esa familia que le había destrozado el corazón. Debía abandonar el mundo hiriente y a las personas, que siempre le hacían sentir como una mota de polvo que flota, invisible, porque no tiene lugar en el mundo. Los hilos de luz vespertina eran cada vez más débiles, y la oscuridad caía sobre el apartamento como un augurio de lo que iba a ocurrir.
Javier cerró los ojos con fuerza y dio una patada furiosa a la silla. La silla cayó formando un gran ruido; pero él ya no pudo oírlo, porque la vida, cruelmente, quiso que lo último que sintiese fueran pinchazos en el cuello.

¿Qué hay más inaguantable que la vida desde los ojos de un suicida?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy lindo! Te recomiendo el sitio www.cuentosymas.com.ar
Ahí hay un montón de microrelatos! Y podés mandar los tuyos para que los publiquen!

Álvaro AM dijo...

Muchísimas gracias, anónimo. Ahora mismo voy a ver qué hay en cuentosymás, que me has puesto los dientes largos. :)