miércoles, 11 de marzo de 2009

La Enseñanza. El Profesor

Tengo muchas ganas de escribir esta entrada y mucho que contar, pero no sé por donde empezar ni si lo haré bien.
Hoy he tenido Estructura Social Contemporánea, asignatura de estimulante nombre que es impartida por el típico profesor veterano. Cuando digo veterano me refiero a ese tipo de profesores que empiezan sus frases con expresiones como “en 36 años dando clases me he dado cuenta...” y que te recuerdan constantemente que “yo ya he resuelto mi vida y he hecho mundo, ahora te toca a ti”. Bueno, pues mi profesor es uno de esos, y no sólo tiene una larga trayectoria profesional a sus espaldas, sino que además, dicha trayectoria parece haber sido grabada en su cerebro de elefanta jefa de la manada con precisión desconcertante.
Cuando ha entrado en la clase, estábamos hablando de que mañana es huelga por Bolonia, y que nos deberíamos poner de acuerdo en no venir ninguno a clase. Así que él, que ha dedicado media vida a la universidad (palabras textuales suyas), no ha podido evitar intervenir.
Así que ha desplegado toda su oratoria y su conocimiento sobre el tema abriéndole los ojos a más de uno mucho más de lo que los tenía. Nos ha explicado qué es un precio político, concepto que muchos no conocíamos y que no es ni más ni menos que la parte que el estado paga para que yo pueda estudiar y que no pago yo. Ha ido desgranando poco a poco la vergüenza del sistema educativo universitario español y, por ende, la vergüenza de la sociedad española en general. Ha arremetido contra la demagogia implantada en nuestro país desde hace un tiempo de que todo el mundo debe poder ir a la universidad. Nos ha aclarado así el origen del problema del mileurismo y del problema de los jóvenes de 30 años que con bachiller, carrera y algún que otro módulo de FP a sus espaldas, no son capaces de encontrar un trabajo digno. Es que simplemente eso es algo que ya tiene todo el mundo. Todo el mundo puede entrar en la universidad y puede sacársela, creando exceso de licenciados/diplomados/ingenieros y degradando todo el sistema. Decía: “resulta que ahora Gran Bretaña está contratando doctores y enfermeras españoles a montones. Y claro, si a ellos les ofrecen el triple de sueldo que aquí, resulta que se van. El resultado es que estamos formando a doctores y enfermeras cualificadísimos con nuestro dinero que luego trabajaran para otro país. Gran Bretaña ve crecer sus plantillas de doctores a coste 0, ¡porque nosotros se los regalamos! Quién iba a decirle a un inglés hace apenas treinta años que le iba a rajar la tripa un español. Naranjas de la China.”
Por supuesto también ha hablado del dinero invertido por los gobiernos españoles en educación en las últimas décadas. Y es que si no se gasta dinero en educación, no se puede garantizar una buena educación, y menos aún costear las varias reformas educativas que se han ido dando en estas décadas. “A nosotros nos llegan cartas del Ministerio de Educación, y cada vez que nos llega una nos echamos a temblar. Nos dicen que hay que hacer una nueva reforma, y en la coletilla pone siempre, pero siempre, y es algo que a mí me revienta: coste 0. ¡Coste 0! Pero ¿cómo vas a hacer una reforma sin dinero? Es igual que decir: voy a hacer una obra en la cocina de mi casa, eso sí, a coste 0. Digo yo que si vas a tirar muebles de tu casa tendrás que comprar otros.” Bolonia no es una excepción, y para hacerse bien se necesita dinero. No se ha puesto a favor ni en contra de Bolonia, pero sí que ha resaltado algunas cosas buenas y algunas malas del plan. En cualquier caso él estaba mucho más enfrascado en mostrarnos su propia visión del problema educativo en general. Nos contó que en 1993 se reunió con el rector de Harvard como profesor de la Complutense con motivo de la inauguración del colegio Complutense que hay hoy en día en el campus de la universidad de Harvard, que por cierto, es el único centro de una universidad extranjera instalado en el campus de Harvard. Y decía que hablando con él le preguntó cuántos alumnos había en Harvard y con qué dinero contaba Harvard para dar clases. El rector le respondió que tenían 17.000 alumnos y 600.000 millones de las antiguas pesetas, a lo que mi profesor le respondió que en su universidad había 6000 millones para 120.000 alumnos. También hay que decir que Harvard es Harvard, y además privada. Cosas de la vida, mientas otros países invierten el 6-7 % del PIB en educación, nosotros invertimos la mitad. “Pero ¿en qué se va el dinero aquí? En ver cual es la nueva novia del torero tal. Pero es que es eso lo que parece que le gusta a la gente. ¿Pero este país de qué va?¿de qué va?”, “No hay más que ver el caso del alcalde ese que ha salido por ahí. Con una ley del suelo complejísima, resulta que viene el tipo este y hala, voy a construirme 15.000 viviendas en suelo rústico, Si es que de ocho mil municipios en España cinco mil son pura corrupción [y de nuevo] ¿pero este país de qué va? ,¿de qué va?”.
En verdad, casi todo lo que decía ya lo sabíamos: que sobra gente en la universidad y que no se invierte en ella. Sin embargo ha sido una fantástica explicación, apoyada por la propia experiencia del profesor, su cercanía y su amplio conocimiento del tema. Era hasta emocionante ver cómo se le congestionaba el rostro de indignación ante lo que estaba contando. A todo esto, fue imposible acabar con el ruido de la mitad de la clase que ni en esta ocasión ha querido prestar atención. Ellos verán.
Al final no hemos dado clase, pero ha sido la clase en la que más he aprendido desde que estoy en la universidad.

1 comentario:

Warsaw Ray dijo...

No puedo decir que fuera uno de mis profesores predilectos (aunque pocos de estos ha habido hasta ahora), pero sí que se agradecía tener a alguien de su experiencia dándonos clase. Una pena que la imagen que se llevara de nosotros fuera la de una panda de críos maleducados que van a calentar la silla y a hablar como cotorras.