jueves, 23 de octubre de 2008

Aventurilla at random.

Si no hubiese sido por el trabajo veraniego de dos meses en Konecta, creo que podría decir sin salirme para nada de la verdad, que el tramo que va desde aquel lejano jueves que hice la selectividad hasta ahora ha sido el más largo de mi vidad desde que cumplí 5 años, que me he pasado sin hacer nada.
Porque desde que entré en la uni, el 1 de Octubre, a parte de pasar algunos apuntillos a limpio lo único que he tenido que hacer es leer un texto de Lazarsfeld y luego resumir en cosa de una cara las ideas principales.
Lazarsfeld (Viena1901-N.Y.1976) ha sido uno de los principales sociólogos del siglo XX fundador del análisis sociológico nortemericano sobre los medios de comunicación y en especial sobre los efectos de éstos en la población.
El texto, de unas 15 paginillas, me ha resultado bastante interesante en cuanto a las ideas del autor y la manera de exponerlas, siguiendo una estructura muy clara que facilitaba la comprensión.
El trabajo debía entregarlo el miércoles pasado, por lo tanto desde el principio supe que iva a ser realizado el martes por la noche e impreso el mismito día de entregarlo. Cómo Teorías de la Comunicación empieza a las 11, pensé, y de 9 a 10 no tengo clase puedo ir al Pablo Iglesias e imprimirlo allí, y después ir en metro.
Me puse la alarma a las 9 y cuando sonó al día siguiente la apagué y seguí durmiendo un cuarto de hora más. Cuando me desperté hice cálculos y me di cuenta de que no tenía que haberme permitido el lujo de perder un cuarto de hora entre las sábanas.
``Entre que me visto desayuno y voy al Pablo tardo como mínimo 45 minutos, imprimo el trabajo otros 5, llego a la parada otros 5-10, llego a la uni, que todavía no sé qué combinación de metros y trenes cogeré, otra hora y veinte minutos. Por lo menos voy a llegar con media hora de retraso.´´Mientras pensaba esto iba perdiendo más tiempo.
Bueno, me visto y desayuno y todo iba más o menos siguiendo el ritmo que había previsto. Entonces se despierta mi hermano y se me ocurre la genial idea de que preguntarle si me puede acercar en coche hasta la biblioteca. Accede y acto seguido me responde: anda, prepárame algo para desayunar.
Me cagué en su madre. Siempre desayuna en la empresa, pero daba la casualidad de que hoy, justo el día que le pido que me acerque al Pablo porque tengo prisa, quiere desayunar en casa, manda huevos.
Me resigno y accedo a prepararle el desayuno mientras termina de ducharse. Tarda unos 10 minutos en empezar a desayunar y otros 10 en desayunar. Despúes corre al baño (yo tras él) a cepillarse los dientes.
-Vamos, vamos, vamos, ¿te tienes que lavar los dientes justo hoy?-
Me mira intentando decirme: sí, es una mala costumbre que tengo por las mañanas.
Termina de cepillarse y se empieza a peinar el pelo por todos lados. En esos momentos yo ya no podía más ¿en serio que hace tantas cosas mi hermano todas las mañanas?¿o cusualmente sólo lo hace de vez en cuando y simplemente no puedo tener peor suerte?. No aprendes Álvaro, pensé para mis adentros, que en esta familia nunca hay que pedir a nadie que te acerque en coche si no quieres llegar más tarde de lo que llegarías si fueses andando. Mi hermano se había duchado, vestido, afeitado, desayunado, cepillado los vientes y también el pelo cuando dijo, bajando la vista: debería limpiarme los zapatos, que los tengo llenos de mierda.
Noooooooo vámonos de una puta vez, pensé, no me jodas, que este es capaz de limpiarse los zapatos justo hoy, y ya habría salido hace veinte minutos de casa si no le hubiese preguntado a mi hermano y ya estaría en el Pablo.
-Venga, Alonso, ya lo harás otro día.-
-Bueno sí, es verdad, vámonos.-
Salimos echando ostias de casa en parte porque tenemos prisa, en parte porque llueve.
Llegamos por fin al Pablo Iglesias, ya estoy bajando del coche cuando se me ocurre decirle a mi hermano que me espere por si acaso está cerrado.
No estaba cerrado, así que subo a la planta de arriba. Antes de meterme en el ordenador me acerco al mostrador y le digo al encargado, o lo que sea, al bibliotecario, que quiero imprimir un trabajo. Me responde moviendo para los lados la cabeza que no puedo, que la impresora está cerrada. Me quedo algo así como un segundo plantado en el sitio, sin saber muy bien qué responderle porque la verdad es que no tenía ninguna gana de darle las gracias por simple cortesía. Es inevitable que te quieras cagar en la cara de la persona que te acaba de dar una mala noticia aunque ella no tenga la culpa de nada. Sí que era una mala noticia porque ya estaba viendo que no iba a poder entregar el trabajo aquel día. Y lo peor de todo, que todavía no os lo he contado, es que el trabajo lo hacía en conjunto con un amigo de clase y podía comprometerle a él también por culpa de mi falta de organización. Así que tenía la responsabilidad de entregar ese trabajo aquel miércoles maldito, en el que no paraba de llover, y el viento se empeñaba en filtrarse por cualquier rendija que la vestimenta de cualquier persona que estuviese a descubierto le ofreciese para calarla hasta los huesos. Y para el que no lo sepa Álvaro tiene un gran sentido de la responsabilidad.
Después de este segundo de lapsus acabo sometiéndome en acto a una de las hipócritas costumbres que la educación nos obliga a llevar siempre a cabo, que no es otra que dar las gracias a una persona (en este caso el bibliotecario, por si alguien se olvidaba ya) cuando en realidad lo que le deseas es la muerte.
Bajo echando ostias las escaleras del Pablo Iglesias rezando por que Alonso siga ahí. Afortunadamente sí que estaba. Entro con violencia en el coche (recordemos: llovía y el viento se empeñaba en colarse por bla bla bla...) y miro a mi hermano.
-Me vas a tener que imprimir el trabajo en tu curro-. Esbozo una risilla, por si acaso así hay más posibilidades de que la respuesta de mi hermano sea satisfactoria.
-Buff, no me jodas, con lo que me cuesta aparcar en el curro. Pues te lo voy a tener que imprimir en papel reciclado-.
Era la última opción que me quedaba, así que nos dirigimos hacia su curro, cerca de la moraleja green. Dimos una vuelta con el coche sin encontrar aparcamiento, al final fue a imprimirmelo mientras yo le esperaba en el coche con los intermitentes dados.

Mientras esperaba me tomé un caramelo para relajarme un poquillo porque lo que me estaba ocurriendo para imprimir el puto trabajo no era normal. Me reí conmigo mismo recordando la idea que se me ocurrió cuando pasamos delante del instituo de irrumpir en jefatura y pedirle a
Miguel, o a Tasio, por favor que me dejase imprimir ahí el trabajo. También pensé que al final había merecido la pena esperar durante todo el proceso de acicalamiento y nutrición matinal de mi hermano, sino a estas alturas ya tendría que dar por perdido el trabajo.
Después de unos 20 minutos vuelve mi hermano con el trabajo y el mp3. Lo recojo y me dice que me pire echando ostias que ya le he hecho perder mucho tiempo.
Me piro echando ostias al metro. Una vez en él empiezo a pensar qué ruta puede ser la más adecuada: si hacerme todo el recorrido en metro o bajar en Chamartin y pillar el tren. Fianlmente opto por la seguna opción porque sufro debilidad por el tren de cercanías así que me bajo en Chamartin, me dirijo a mi andén y me pongo a esperar.
No era plato de muy buen gusto por el tiempo que hacía, pero bueno, todo sea por RENFE. Miro a la pantalla luminiscente y pone que queda como 10 minutos para que llegase mi tren, y que el siguiente estaba ya a 40 minutos. Esto me mosqueó un poco, y más aún el hecho de que hubiese otro tren de trayecto largo en la via de mi andén que no tenía ninguna pinta de querer moverse. De pronto suena por megafonía que mi tren va a efectuar parada en otra vía.
Cagandome una vez más en la puta y preguntándome por qué coño llegaba ya mi tren si aún quedaban unos minutos para eso según la pantalla, bajo corriendo las escaleras que comunican a mi vía y subo las que llevan a la que había dicho la voz de megafonía. Cuando llego no hay tren. Espero un minuto, dos, tres, me enfado, me enfado con Chamartín porque siempre me pasan cosas extrañas en Chamartín, porque siempre me lia, y acabo renunciando al tren. Así que no me queda otra que volver al metro, cogiendo la misma línea por la que había venido.
No se muy bien cuanto tardé en llegar a la parada de mi uni, me imagino que 45 minutos. Cuando salí volvía a hacer un viento de la ostia que parecía tener algo personal contra ti, así que cuando entré en el edificio de la facultad me sentí como en un refugio más que como en un sitio donde se estudia.
Llego a mi clase, no hay profesora, sólo hay unos cuantos compañeros.
-No hay clase, ¿no?-
-No-

Entregué el trabajo el miércoles de la semana siguiente.

2 comentarios:

bienhecho dijo...

Jajaja, qué bueno... xD me ha molado la historieta, aunque te tuviste que cagar en todo... xD

Álvaro AM dijo...

exactamente me cagué en Chamartín, y creo que la mierda se pudo oler en Fuencarral. Tal vez llegase a tu facultad y todo.

Por cierto, cómo mola Randomcosas.xDxDxD